La muerte y el renacimiento de la objetividad

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Por Mark Lee Hunter and Luk N. Van Wassenhove*

«Esta historia fue publicada originalmente por la Global Investigative Journalism Network (GIJN)».

 


Ninguna discusión es más aburrida para los periodistas que la de cómo nadie puede ser verdaderamente objetivo. La buena noticia es que si las tendencias actuales continúan, no tendremos que escucharla más. La objetividad se está transformando en una forma radicalmente nueva.

El concepto que nos enseñaron sobre objetividad requiere de una postura ética de neutralidad y fairness (equidad), una distancia que permita no juzgar y evitar los prejuicios hacia las fuentes, y hacia los objetivos y los resultados de nuestro trabajo. Pero, no fue así como comenzó.

Como demostró Dan Schiller, la «objetividad» comenzó como una justificación para publicar noticias sensacionalistas sobre delitos en la década de 1840, luego fue apoyada como estrategia comercial porque era obvio que una revista partidista tiene una audiencia más limitada que una revista neutral. Incluso entonces, la objetividad se convirtió en un estándar en el periodismo estadounidense solo cuando los informes parciales y corruptos se convirtieron en un escándalo nacional en la década de 1920.

El término despareció recientemente del Código de Ética de la Sociedad de Periodistas Profesionales, aunque sigue existiendo el ideal del fairness.

En países donde el periodismo de investigación o incluso el periodismo no partidista, ha surgido recientemente, por ejemplo, en los antiguos países soviéticos o en Kenia, la objetividad también es un mecanismo de supervivencia. La mejor defensa ante un rechazo del poder es mantenerse dentro de los hechos y evitar la apariencia de favorecer a un lado sobre el otro.

Ese concepto ha sido profundamente subvertido tanto por las redes de medios de comunicación de la derecha que impulsaron a Donald Trump a la Casa Blanca, los medios cautivos como Russia Today, y los medios impulsados ​​por las partes interesadas como los de las principales Organizaciones no Gubernamentales (ONG).

 

Estos broches se venden en la tienda en línea de The New York Times.

 

Aunque en diferentes lados del espectro de izquierda a derecha, estos nuevos competidores comparten profundos rasgos comunes. Todos florecieron en el amplio espacio dejado por la reducción de los principales medios de comunicación.

Ninguno está realmente preocupado por ser «justo y equilibrado» (el estrafalario eslogan de Fox News hasta el 2017), por no hablar de ser neutral. Lo que más les importa es ganar las peleas que consideran importantes.

Un cambio se observa ahora en The New York Times y The Washington Post, que se han convertido en escudos y faros para la «resistencia» estadounidense.

Simultáneamente, el Times mercadea su trabajo a través del eslogan, “La verdad. Es más importante ahora que nunca». Es cierto, pero antes de Trump la propuesta de valor era que los periodistas primero obtenían acceso a varias fuentes que contaban sus propias verdades, y luego yuxtaponían estas versiones de la realidad. En teoría, eso permite a los usuarios llegar a la verdad por sí mismos.

Creemos que el Times y el Post están haciendo lo que es necesario y correcto, y nos complace que sean recompensados ​​por ese cambio con un aumento de lectores e ingresos. Pero, nunca nos imaginamos que en nuestra vida, que incluyó a Watergate los líderes de la industria se convertirían en diarios de oposición. Incluso lo que se llamó «periodismo de confrontación» en la década de 1970 nunca se convirtió en una marca oficial.

Esta tendencia es internacional y generacional, si es que podemos creer en investigaciones recientes. El «Digital News Report» (Reuters Institute 2017) encontró que los «puntos de vista fuertes» fueron los atributos más citados entre los lectores del diario italiano Il Fatto Quotidiano.

El Instituto Reuters también informó en el 2018 que las personas menores de 35 años son las principales usuarias de los medios de comunicación partidistas como Breitbart en Alemania:

Ciertamente, la mayoría de las personas en una amplia gama de países, especialmente personas educadas en los Estados Unidos, todavía están de acuerdo en que «nunca es aceptable» que los medios de comunicación de noticias favorezcan a una parte en lugar de otra, según la investigación del Pew Center. (Si los encuestados realmente creen que puede ser cuestionado.

Pero no es necesario que los medios de comunicación adopten una postura política para proteger y promover los intereses de sus usuarios. High Country News, que reportó un crecimiento significativo en suscripciones e ingresos el año pasado, promueve una agenda a favor del medio ambiente para el oeste americano, no una agenda anti-Trump. Dicho de otra manera, no se avergüenza de luchar por lo que sus lectores creen que es importante.

Una característica clave de la objetividad permanece: la insistencia en que los hechos deben ser verificados. Lo que una vez fue una postura ética se ha convertido en un proceso técnico centrado en la precisión.Esto es un reflejo de nuestra creciente capacidad para encontrar y verificar información.

Estos efectos se pueden ver claramente en el mundo árabe, donde Arab Reporters for Investigative Journalism impulsó un cambio cultural en la industria de la simple opinión a la verificación de los hechos.

Tales habilidades confieren una ventaja competitiva en el mercado masivo de información y también en términos de influencia social. Nuestra investigación en INSEAD demostró que, especialmente en las crisis, los movimientos cuyos medios de comunicación brindan datos sólidos pueden ser mucho más potentes que la defensa que ofrecen sus adversarios y que está basada únicamente en opiniones.

Desafortunadamente, la objetividad hacia los hechos (aceptar hechos que incluso a nuestros amigos no les gustan, exponer los hechos que se suponía debían permanecer en la oscuridad) ya no nos hace parecer neutrales. Vean a Hungría donde el apoyo de George Soros a los medios independientes ha sido bombardeado por Viktor Orban. Decir la verdad al poder nos convierte en enemigos públicos, afirma Trump, y en Arabia Saudita, parece un crimen capital.

De esa forma, nuestras habilidades crecientes como investigadores erosionan la seguridad de trabajar a la par de los resultados de nuestro trabajo. Ya sea que tomemos partido o no, nos vemos cada vez más obligados a encontrar aliados que estén de nuestro lado: activistas, empresarios y ciudadanos atentos. Nos necesitan para guiar e informar su trabajo, y necesitamos su compromiso como públicos y amplificadores.

Cualquiera que sea su verdad objetiva, los hechos no hablan por sí mismos. Alguien debe darles significado e impacto, y eso es lo que nuestros públicos necesitan y esperan de nosotros. Eso es también lo que nuestros adversarios están haciendo, cínicamente y con éxito, contando los únicos hechos que respaldan sus ambiciones. No tenemos que convertirnos en ellos para reconocer que nunca volveremos a ser «objetivos», excepto en el sentido crucial de buscar verdades probadas. Debemos dejar claro que representamos y cómo lo hacemos.

 

*Mark Lee Hunter es el director académico del programa Future Media Management en la Stockholm School of Economics Riga y el autor, con Luk N. Van Wassenhove y Maria Besiou, de «El poder está en todas partes: cómo los medios impulsados ​​por las partes interesadas construyen el futuro de Watchdog News» (Stakeholder Media Project 2017). Sus premios incluyen IREs for international reporting and research on journalism. Vive en Paris.

 

 

*Luk N. Van Wassenhove es profesor en INSEAD, cofundador del Stakeholder Media Project y director del INSEAD Humanitarian Research Group. Su investigación aborda modelos de negocios innovadores para problemas relevantes para la sociedad, como las operaciones humanitarias y la economía circular.

 

 

 

Foto principal: Micheile Henderson on Unsplash

Traducción libre. Ver aquí la noticia original en inglés, publicada el 10 de mayo del 2019

 

 

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