Agricultores claman por ayuda técnica mientras instituciones carecen de personal para darla

Por Evelyn León

En el 2022 la población ocupada del sector agro, correspondió a 217304, el 73,3% de esta población se ubican en zonas rurales, según la Encuesta Continua de Empleo del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC).

Don Rafael, un agricultor de toda la vida. Oriundo de la zona Norte de Cartago, se dedica a sembrar papa, cebolla y zanahoria, su experiencia como agricultor la describió como una lucha constante y un esfuerzo diario. Para Rafael la transferencia de conocimiento por parte de las instituciones podría ayudarle a mejorar su producción, sin embargo, nunca ha recibido apoyo.

Como él, varios agricultores están a la espera de esa ayuda técnica, que consideran podría cambiar su rumbo como agricultores y fortalecer el sector en el país.

La agricultura es una de las actividades más importantes, tanto para las personas que se dedican a esto, como para el resto de hombres y mujeres que consumen los productos todos los días. 

Según información de la Promotora del Comercio Exterior de Costa Rica (Procomer), las exportaciones del sector agrícola representan el 19% del total de exportaciones de bienes que hace el país, posicionándose como el segundo sector más importante.

Trabajar en fortalecer la agricultura es una responsabilidad que tienen diversos actores en el país, dentro de estos destaca la responsabilidad de las universidades.

Estas, son casas de conocimiento, razón por la que se ha determinado que tienen la responsabilidad de producir investigación y desarrollo en la agricultura, así como de llevar esa información que se produce al campo.

Según una investigación en las universidades públicas, realizada por el Programa Estado de la Nación, entre el 2009 y el 2020 se registraron un total de 5840 proyectos de investigación. La mayoría realizados por la Universidad de Costa Rica y la Universidad Nacional. 

Entre las tres disciplinas con mayor concentración de investigación, se encuentran las ciencias agrícolas. La Universidad de Costa Rica es quien presenta la mayor participación en este sector, seguido por la Universidad Nacional, aunque con una diferencia bastante amplia. 

 

Al dividir las ciencias agrícolas en sus diferentes campos de investigación se evidencia que el campo donde menos se desarrollan proyectos es el de extensión agrícola, es decir, el área de transmisión de conocimiento a los agricultores.

Clamor por ayuda

En las montañas de Cartago, envuelto en diferentes cultivos, típicos de la zona, se encuentra Rafael Poveda.

Para Rafael, su profesión o su vida es la agricultura. Ha sido agricultor desde hace más de 30 años, todo su conocimiento proviene de herencia de sus padres.

Rafael, ha aprendido de las tierras y su propia investigación. Expresa que nunca ha recibido ningún tipo de apoyo por parte de las universidades u otras instituciones.

“Nosotros como agricultores de la zona, hemos buscado investigar por nuestra cuenta, pero nadie nos ha venido a decir cómo podemos realizar esa investigación o una guía para saber cómo hacerlo”.

Rafael considera que la información debe llegar a todos por igual, por eso se debe trabajar en herramientas que permitan a los agricultores de diferentes sectores recibirla y además, entenderla. 

“Qué ganamos nosotros con que la Universidad invierta en un agricultor una investigación y no la publique, o sea, que no nos dé la facilidad a los demás de entender el trabajo que hicieron, a quién beneficia”.

Con un poco de molestia expresó que las universidades tienen muchas investigaciones y mucha información, el problema es que se queda en los libros y no llega al campo, donde están los agricultores.

Recorriendo 88 kilómetros desde Llano Grande, hasta Guácimo de Limón, en una feria del agricultor se encuentran Jorge, Yesenia y Ramón, tres agricultores que se presentaron con la esperanza de vender sus productos.

Jorge tiene toda su vida de ser agricultor, su papá y su bisabuelo le dejaron esa herencia. Nunca ha tenido contacto con alguna universidad, todo lo que sabe lo aprendió en el campo y de su familia. Pero, recalcó lo importante que sería recibir conocimiento de estas, según comentó, muchas veces tienen que utilizar productos que dañan sus cultivos o que contaminan el medio ambiente porque “no tienen de otra”.

“Por salir a flote, porque él necesita llevarle de comer a su familia, sacar sus cuentas, emprender porque él tiene, tal vez, una deuda en el banco y él tiene que pagar esos costos a base de lo que sea.” indicó, refiriéndose a las necesidades de los agricultores.

Una de sus principales preocupaciones es el relevo generacional, Jorge tiene 2 hijos, sin embargo, ninguno de los 2 están involucrados en la agricultura. Porque están estudiando o tienen otras situaciones.

“Mis hijos no van a seguir con la agricultura y así hay un montón de jóvenes, en pocas palabras nosotros los agricultores vamos a desaparecer”.

Él cree que las instituciones pueden contribuir a resolver su preocupación, fomentando el trabajo en la tierra desde que son pequeños.

Por otra parte, Yesenia Sánchez es productora de Guácimo. Ella también creció en medio de los cultivos, su papá y gran parte de su familia se dedicaron a la agricultura. Hace un tiempo el Instituto de Desarrollo Rural (Inder), les dio una “tierrita”, es ahí donde al lado de su esposo trabaja sus cultivos.

“Abonamos, fumigamos, sembramos yucas, sembramos plátanos. Sembramos ayote, tiquisqui, camote todo lo que haya. Eso mismo sacamos nosotros cuando el producto del plátano, el producto de la yuca esté, entonces nosotros vamos a llevarlo a vender a la calle, a los vecinos a todo lado o si hay alguna feria entonces nosotros vamos a la feria. Esta es mi principal fuente de ingresos, de esto es lo que sobrevivimos”.

A pesar de que el Inder les dio esta tierra, no se les ha dado seguimiento y tampoco han recibido algún apoyo por parte de las universidades. Para ella, ser agricultora en la actualidad es más difícil porque se sienten como un sector abandonado.

Yesenia dijo que las universidades tienen mucho conocimiento y aunque ellos saben de agricultura hay muchas cosas que se han modernizado, pero siguen trabajando con lo de antes porque no tienen acceso a lo nuevo.

Ramon Sáenz, también agricultor de Guácimo, vive 100% de lo que se gana vendiendo sus cosechas. Por su parte, ha recibido algunas charlas con profesores de la Universidad de Costa Rica. Expresó su agradecimiento por eso, pero le gustaría que no solo los apoyaran en la teoría, sino también en la práctica.

“No es solo el agricultor y la u que se benefician de un buen producto. Eso es una cadena, ahí está el universitario, porque depende de la cosecha de la calidad que usted saque, ahí come el maestro, come el profesor, como el que trabaja en el Colono”.

Proyectos de instituciones

Al consultar con diferentes instituciones, se evidenció una gran cantidad de investigación por parte de estas. 

Haciendo un recorrido por los diferentes centros de investigación de la Universidad de Costa Rica se observan proyectos en diferentes áreas, por ejemplo; investigaciones en café que han permitido a agricultores de este producto generar sus propias marcas y comercializarlo, también tienen estudios genéticos y bioquímicos que les permiten a estos conocer la composición química y nutricional del producto que tienen.

Asimismo presentan estudios en bamboo, papaya, tacaco, soya, entre otros.

También como parte de sus propuestas diseñaron un prototipo llamado germikit, dirigido a escuelas y colegios para que puedan experimentar y aprender sobre cómo sembrar las semillas, porque al igual que Jorge Ilama, les preocupa el relevo generacional.

Al conversar con  Alonso Calvo, subdirector de la Escuela de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional, comentó que tienen algunos proyectos en manejo alternativo de plagas y enfermedades, en cultivos de exportación como la papaya. También proyectos con los productores de mora, también trabajan con algunas sedes como la Chorotega. Cuentan con varios programas, en manejo de drones y otras tecnologías.

Por otra parte, la Universidad Earth, fundada en 1986 por ley del gobierno de la República de Costa Rica , también destaca en la investigación y desarrollo de temas agrícolas. 

Gregory Guevara, profesor e investigador de la Universidad EARTH indicó que algunos de los proyectos que tienen son; el Centro de Agricultura de Precisión (CAP), el Programa de Desarrollo Comunitario; que busca que los estudiantes puedan intercambiar conocimientos con las zonas rurales. También, el Centro Geomática y Detección Remota, el proyecto EARTH Future, donde se encargan de darle acompañamiento y servicio a los productores, entre otros.

La lista de investigaciones y proyectos por parte de instituciones podría seguir, pero, si hay tanto conocimiento. ¿Por qué no llega a todos los agricultores?

Problemas en la transferencia

Las personas entrevistadas en este trabajo coinciden en una falta grande de recurso humano que les imposibilita llegar a todos los agricultores.

Andrés Monge, investigador de la Universidad de Costa Rica se refirió a esto: 

“Algo que nos afecta a nosotros es la dilución de actividades o de trabajos; por ejemplo, yo estoy en un proyecto de acción social, estoy en investigación, tengo que dar clases, estoy en comisiones, a veces también hay que colaborar en la parte administrativa. Eso afecta a que nosotros podamos, por ejemplo, poder llegar a más comunidades. Si hubiera en el centro una sola persona que se dedicara al proyecto de acción social, el impacto que podría tener sería 3, 4 veces lo que estamos haciendo ahora porque sería una persona única y exclusivamente dedicada a eso”.

Luis Barboza, director del Centro para Investigaciones en Granos y Semillas (Cigras), coincidió en esto.

“El recurso humano que nosotros manejamos definitivamente es limitado y también con el recurso humano están los fondos a los que se tenga disposición”.

Por otra parte, Carla Mena directora nacional de extensión agropecuaria del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), también se refirió a la falta de personal para llegar a todas las zonas.

“No puedo atender a todos los productores del país o de una región, área de influencia, tenemos 85 agencias. Donde tienen diferentes áreas de influencia, diferentes dinámicas, complejidades y matrices agronómicas. No es lo mismo una agencia que tiene siete actividades agronómicas a una agencia en un área de influencia con dos o tres actividades agronómicas. Eso nos vuelve más ricos, más diversos, más dinámicos, pero también nos reta”.

De las aulas al campo

A pesar de ese vacío en la transferencia de conocimiento por parte de las instituciones, existen casos de éxito que demuestran los beneficios de esa transferencia.

Carmen Villanueva, es una agricultora de Buenos Aires de Puntarenas. Para llegar hasta su casa, hay que recorrer varios kilómetros por carretera, hasta que el pavimento se acaba y se convierte en caminos de piedra, ahí, cuando los paisajes se comienzan a ver más despejados, cuando el ajetreo y ruido de la ciudad va quedando atrás.

La  historia de Carmen está tejida por diferentes desafíos que la acompañan, posee características que la ubican en una posición de desigualdad en la sociedad actual; es agricultora, mujer, perteneciente a la comunidad indígena y ubicada en una zona rural bastante alejada.

Toda su vida creció explorando la naturaleza, encontrándose con semillas, tratando de entender cómo funcionan. Para ella, la agricultura siempre ha sido indispensable porque se convirtió en su fuente principal de alimento y la de su familia.

Aun con todo el conocimiento que ha ido forjando, desconocía técnicas que podía implementar para mejorar la forma en la que producía. Sin embargo, un proyecto de la Universidad de Costa Rica mejoró su vida y la de muchas otras personas de la comunidad, permitiéndoles conservar sus semillas autóctonas.

“Gracias a Dios que ellos llegaron porque no teníamos las herramientas”, exclamó con una sonrisa.

La realidad de Carmen es muy diferente a la del resto de los agricultores entrevistados, sin embargo, tienen en común su deseo por recibir conocimiento que les permita responder a las necesidades de sus producciones.

Carmen produce para su propio consumo, hasta el arroz y los frijoles de cada día provienen de su propia cosecha. Este no es solo su caso, hay varias familias en la comunidad de Ujarrás que viven todos los días con las cosechas de sus propias semillas.

Por eso, la Universidad de Costa Rica les ayudó a establecer un banco de semillas comunitario para que puedan conservarlas a lo largo del tiempo y así cuenten con alimento durante todo el año.

Para Guillermo Solano, técnico especializado en semillas del Centro para Investigaciones de Granos y Semillas de la Universidad de Costa Rica, es importante que se respete el conocimiento que tienen los agricultores, no se trata de imponer, sino de trabajar de la mano con ellos.

“Ellos tienen el conocimiento, lo que queremos es potenciar eso para que puedan conservar las semillas a través del tiempo, estamos intentando alargar la vida útil de las semillas, que podamos asegurar que el trabajo que ellos hicieron no se pierda”.

Para desarrollar estos proyectos y elegir a los agricultores con los que se va a trabajar hay varios aspectos que se deben tomar en cuenta. 

Andrés Monge, ingeniero agrónomo e investigador de la Universidad de Costa Rica, mencionó que buscan zonas más alejadas, comunidades pequeñas donde es más difícil que reciban algún apoyo debido a que la mayoría del tiempo lo que producen es para el consumo propio. Además, señala que es importante que sea un grupo consolidado.

“Para que un proyecto tenga impacto es una razón de peso, porque de repente empezamos a trabajar con un grupo y se deshace a la mitad del proyecto y se pierden los recursos”.

Para Andrés, doña Carmen se ha convertido en una líder de la comunidad, su esfuerzo y perseverancia le ayudaron a consolidar el grupo para desarrollar el proyecto. Ahora, esta agricultora no solo se encarga de recibir el conocimiento, sino que también lo transmite a otros agricultores de su zona, incluso apoya a escuelas y colegios. 

Urge articulación 

Las instituciones no logran llegar a todos los agricultores por falta de personal, pero, también hay una falta de articulación por parte de las mismas, que si se resuelve puede generar una transferencia más efectiva llegando a más agricultores.

Rafael Poveda, ha tenido experiencia con algunas organizaciones y asociaciones, por lo que él cree que para resolver este problema tiene que existir organización por parte de las instituciones.

«Hay brazos, hay organizaciones que tienen los agricultores. Ese sería el primer paso, esos brazos y esas organizaciones que tiene el agricultor, entonces si tenemos esa organización por ese lado,  nos pueden favorecer. ¿En qué forma? en que por medio de esos brazos vamos a llegar a ver multitud de agricultores en un nivel viendo proyectos».

El 26 de diciembre de 1969 se crea la Ley de Creación de los Centros Agrícolas Cantonales (ley 4521). Esta indica que se debe promover la participación de los productores para el mejoramiento de las actividades agropecuarias. Asimismo, debe cooperar con la Agencia de Extensión Agrícola del Ministerio de Agricultura y Ganadería.

Yuri del Centro Agricola Cantonal de Santa Ana considera que hay un vacío en cuanto a la transferencia de conocimiento. Comentó que muchos de los planes que se hacen son piloto y no llegan con un plan establecido para desarrollar en el lugar.

“Por eso la municipalidad de Santa Ana en conjunto con nosotros hemos intentado hacerlo de forma independiente, llevando equipo básico”. 

Estos centros al ubicarse en los diferentes cantones del país podrían funcionar como agentes transmisores del conocimiento, a partir de una articulación con las universidades.

Para Kevin Gómez de la Corporación Hortícola Nacional para que la investigación y transferencia sea exitosa se debe acompañar de otros factores.

“Parece que para poder llegar a todos los productores tenemos que llegar a través de las organizaciones, es decir democratizar este tema de investigación y desarrollo”.

Además de la articulación, una forma de expandir todo el conocimiento que se produce desde los centros de investigación, es a través de agricultores que tengan la capacidad para enseñar y guiar a otros productores. 

“Y por eso también dentro de las comunidades hemos tratado de identificar personas que sean líderes, para que sean personas que también puedan transmitir el conocimiento y por ahí yo creo que es una alternativa para que las cosas perduren en el tiempo”. Afirmó Luis Barboza.

También agrega que debería existir un ente que de un apoyo mayor, para la transmisión de ese conocimiento.

“La universidad tiene proyectos de acción social, proyectos de vinculación con comunidades, pero aun asi en la universidad hay mucho por desarrollar que es a nivel de la parte de investigación y ver como se transfiere. Pero ese actor intermedio, es el que sería bueno que también otras instituciones asumieran el rol”.

Sumado a esto, Gregory Guevara, profesor e investigador de la Universidad EARTH, considera que las universidades tienen el rol de compartir el conocimiento, pero necesitan apoyo para hacer la extensión dentro del país. Porque al menos en el caso de la EARTH intentan llegar a las comunidades más cercanas, pero no pueden llegar a todo Costa Rica.

La agricultura evoluciona, es por eso que la articulación se vuelve urgente. Federico Bert, Coordinador de Digitalización Agro del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), se refierió a esto. 

“La agricultura ha evolucionado gracias a la tecnología, pasó de la 1.0 a 2.0, aproximadamente 30 años después se pasó a la 3.0. Actualmente estamos en la era de paso a la 4.0”.

Para Federico, cada avance de la agricultura es un proceso complejo que involucra múltiples cambios. Considera que hay agricultores con menos posibilidades financieras o tecnificación que no logran adaptarse a estas tecnologías y pueden terminar siendo excluidos, sino se logra una transmisión efectiva del conocimiento.

Para él, no solo se debe informar a los agricultores sobre lo nuevo que hay, sino que también se les debe capacitar.

Gregory Guevara mencionó que esa capacitación debe ir más allá de la producción.

“La actividad agropecuaria es una actividad comercial, y también los agricultores agropecuarios necesitan en muchos de los casos, mucho entrenamiento en finanzas para que también puedan hacer esto eficaz y efectivo”.

Los agricultores entrevistados coincidieron con el investigador Gregory, expresaron la necesidad de que se les capacite en otras áreas más allá de la producción.

Para Rafael, ellos tienen conocimiento en sembrar y producir, pero no en otras áreas que son importantes para que un agricultor salga adelante.

«Nosotros como agricultores necesitamos aprender a administrar, a comercializar, de la mano con el que es profesional, en este caso el ingeniero agrónomo».

Uno de los problemas que Jorge cree que tienen como agricultores, es la falta de capacitación en publicidad, refiriéndose a cómo promocionar sus productos para lograr incrementar las ventas. Aunado a esto, la capacitación en tecnologías para poder vender en otros medios.

Agricultura para todos

“Pero quizás la aportación más significativa de la agricultura sea que, para más de 850 millones de personas subnutridas, la mayoría de ellas en las zonas rurales, constituye un medio para salir del hambre. Sólo cuentan con un acceso seguro a los alimentos si los producen ellos mismos o tienen dinero para comprarlos. El sector que ofrece más posibilidades de ganar dinero en las zonas rurales es un sector floreciente de la alimentación y la agricultura”. Según información de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Gregory Guevara, resaltó la importancia que tiene la agricultura.Reproductor de audio

«Creemos que la agricultura tiene que ser inclusiva, y ese es uno de los principales pilares que tenemos que tener, porque la agricultura es para la humanidad y es un motor de desarrollo rural, así que tiene que ser para todos». 

Zonas agrícolas del país son las más expuestas a la pobreza

Analizando la situación actual del país, la Encuesta Nacional de Hogares 2022, muestra que  el porcentaje de hogares en pobreza se mantiene en un 23%, misma cifra del año 2021. Aunque, continúa siendo la segunda cifra más alta desde que se comenzó a aplicar la encuesta en el 2010.

Si se comienza a ver la cifra por zonas de residencia; es decir, urbana y rural. No se observa un cambio significativo en el nivel de pobreza de la zona urbana el cual se estima en 21,1 %. 

Para la zona rural el panorama es distinto, el nivel de pobreza pasó del 26,3 % a 28, 3%, una diferencia significativa que afecta y amplía la brecha de pobreza que existe entre ambas zonas.

Existe una relación muy estrecha entre las zonas rurales y la agricultura.

En el 2022 la población ocupada del sector agro, correspondió a 217304, lo que equivale al 10,1% de la población ocupada total, según la Encuesta Continua de Empleo del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC).

El 73,3% de esta población se ubican en zonas rurales, en donde el sector agro se convierte en la principal fuente de trabajo. Es decir, la mayoría de personas que habitan en zonas rurales viven de las actividades agropecuarias.

De acuerdo con el Banco Mundial, el desarrollo agrícola es una de las principales formas para poner fin a la pobreza extrema, impulsar la prosperidad compartida y alimentar a una población que cada vez está en aumento.

Lo que indica que trabajar en fortalecer al sector agrícola podría atacar a ese gigante llamado pobreza que continuamente afecta a las zonas rurales con mayor intensidad.

Proyecto publicado en Semanario Universidad

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